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Review – Snufkin: La melodía del Valle de los Mumin

Hayama

@theburpman

abril 9, 2024

En mis ya cuatro décadas de existencia la vida me ha dado la fortuna de poder conocer otras realidades en otros países, ya sea viajando o por lo que leo o estudio en internet. Estas experiencias me han enriquecido con la cultura popular de otras regiones, aprendiendo lo que en algunas partes del mundo es extremadamente popular y que, entre esas experiencias, hace unos años atrás me generó esta peculiar conclusión: «es raro vivir en un país donde los Moomin no son particularmente famosos«.

Y no, no me malentiendan, tengo claro que en Chile efectivamente existe un pequeño pero fiel grupo de fanáticos incondicionales de la obra de Tove Jansson y que incluso han aparecido en internet de vez en cuando chilenos que amasan una colección no menor de los Moomin. A pesar de eso, estamos claros que estos hechos no se acercan ni por si acaso al masivo fenómeno que generan estos tiernos personajes en su tierra natal de Finlandia o en países como Japón, Tailandia, Reino Unido o Alemania.

Es levemente difícil elegir el por dónde empezar para explicar el fenómeno de los Moomin a alguien que no sabe mucho o simplemente nada al respecto: por un lado, el seguidor tradicional y culturista literario de los Moomin probablemente te contará que el éxito viene directo de la fuente original, con sus libros y cómics realizados por su autora desde la década de los cuarenta y que hasta la fecha han sido traducidos a cientos de idiomas, reconocidos por este lado del planeta con la hispanización «Los Mumin». Por otro lado, un grupo más joven y noventero te contará que su verdadera conexión emocional con los personajes nació a través de la serie de animación japonesa Tanoshii Moomin Ikka, iniciada en 1990 y que, de hecho, fue transmitida en nuestro país por el mítico canal UCV TV (actualmente TV+) o en el cable por Metrokids en esa misma década. Esta localización fue realizada en Argentina por el estudio de doblaje Palmera Record, basada a su vez en las localizaciones francesa y norteamericana y que, debido a eso, sufrió de ciertos cortes y cambios en algunas de sus escenas y diálogos.

Estos dos puntos de partida son totalmente válidos, aunque no perfectamente iguales en sus propuestas. A pesar de todo, las dos perspectivas llevan a los mismos acontecimientos y personajes: los Moomin son una familia de troles escandinavos que se escapan totalmente del diseño tradicional del folclore y que nos entregan a unos muy tiernos diseños que, a menudo, son confundidos por hipopótamos blancos. Estos personajes viven en el Valle Moomin, un lugar en medio del bosque donde la naturaleza los protege en paz y armonía. Cada libro o cómic relacionado muestra cómo desde los detalles más simples los Moomin siempre terminan en diferentes aventuras, en general motivadas por la curiosidad del protagonista de la serie Moomintroll (conocido como Moomin a secas en el animé).

Si bien el primer libro tuvo una recepción más bien tíbia en su país de origen, ya con el segundo libro «La Llegada del Cometa» fue cuando los Moomin empezaron a popularizarse en Finlandia, para lentamente volverse populares en otros países del mundo. En el caso particular de Japón -reconocido por ser el segundo país más obsesionado con la serie- la explosión de los personajes se gestó con la primera serie de animé que apareció en 1969 y si bien en el país tuvo una excelente recepción entre los niños japoneses y que incluye dentro de su equipo de producción a leyendas del animé de la talla de Rintaro esto lamentablemente no se replicó con su creadora, donde Tove Jansson se declaró indignada por los cambios que le hicieron a sus personajes. Debido a este recibimiento, el primer animé de los Moomin jamás ha sido legalmente distribuido fuera de Japón y tuvo que ser hasta el lejano 1990 que Tanoshii Moomin Ikka terminó dándole una segunda oportunidad a los japoneses. Esta redención ocurrió después que los japoneses realizaron un muy buen trabajo de adaptación con otra obra europea, Alfred J. Kwak. En esta oportunidad la producción se realizó con la bendición de Jansson, donde no solo la aceptó sino que la acogió con sorpresa y felicidad, declarando que en el segundo animé sus creaciones «están realmente vivas«. Esta producción animada no solo continuó el éxito de los Moomin en Japón, sino que lo expandió a proporciones masivas e inesperadas como si se tratara de una franquicia de Disney, llenando a la isla nipona hasta la fecha con juguetes, accesorios e incluso un parque temático en Saitama.

Esta introducción a los Moomin me pareció necesaria porque, en honor a la verdad, el tiempo ha sido más bien injusto con la serie en nuestro país. Hace ya 30 años que el animé pasó por nuestra televisión en UCV y no es demasiada gente que lo recuerda, especialmente porque estamos hablando de una época sobrecargada de mucho animé en el mismo canal mencionado donde la competencia era enorme y voraz.

Con todo esto dicho, quería mencionar el por qué los Moomin con los años se transformó en algo muy agradable y atractivo para mí: a simple vista la serie parece ser solamente una producción infantil para un público demasiado joven e inocente, sin embargo agradezco el día que decidí entrar con fuerza a los Moomin a finales de los 2000s ya siendo adulto, descubriendo que la serie era muchísimo más de lo que parece.

Los Moomin fueron creados por Tove Jansson como un medio de escape a su aterradora realidad en los últimos años de la Segunda Guerra Mundial, donde el mensaje de la serie no solo es pacifista y pro ambiental, sino que esconde en ella mensajes con respecto a la melancolía y la soledad de estas experiencias oscuras de la humanidad. Su segundo libro, «La Llegada del Cometa«, donde el Valle Moomin es amenazado por el mencionado cometa, es en realidad una evidente metáfora a la bomba nuclear. En cada libro y cómic de los Moomin hay un fuerte mensaje de aceptarse a sí mismo y a la libertad de uno que en cualquier momento puede ser arrebatada. Además de lo descrito, estos temas de libertad también van relacionados a la firmeza y valentía de su autora tanto en lo social como en lo sexual en una era en que no era para nada simple hablar de estos temas sin recibir repercusiones y reproches. Tove Jansson es, a título personal, una referente audaz en lo que respecta a desplegar su creatividad y plasmar sus sentimientos extremadamente honestos y que ya en mi adultez solo me genera profunda admiración a su obra y su persona.

Esto afortunadamente también está retratado en el animé, una serie que si bien es aún más notorio que quería capturar a un público infantil de todas formas sigue teniendo no solo estos elementos originales sino que además están plasmados con una difícil de explicar sensación de angustia y añoranza. Se supone que los Moomin son criaturas vendidas superficialmente como «kawaii» en Japón, pero el animé para mí es una obra maestra de la ambigüedad en sus sentimientos y emociones. Una serie que no tiene miedo en asustar a su público y que no es condescendiente con lo que quiere entregar, incluso aunque esto pueda ser doloroso, pero al final la lección llega al corazón de niños y adultos por igual. Un trabajo visual cautivador, una emblemática banda sonora que me ha acompañado hasta el día de hoy y un impecable trabajo japonés de voces que inició la carrera de gente de la talla de Minami Takayama, junto con otros titanes como Ikuko Tani, Akio Otsuka o Rei Sakuma. Han pasado los años y la sigo recomendando con las mismas ganas que la primera vez, por más que lamentablemente sea un tanto innacesible por estos rincones.

Es precisamente por todos estos elementos que me cautivaron y llevaron a ser el seguidor de los Moomin que soy en la actualidad. Por muchos años, este fanatismo me hicieron pensar cómo las aventuras de la Villa Moomin podrían ser capturadas adecuadamente en un videojuego. Desafortunadamente los primeros intentos se quedaron en su país de origen, con por ejemplo una aventura gráfica a mediados de los noventa. Por otro lado también aparecieron en el mercado una que otra locurilla, como por ejemplo un juego de plataformas para Game Boy Color hecho por nada menos que Sunsoft o un título para Nintendo DS que intentó acercarse al estilo de Animal Crossing pero lamentablemente solo salió en Japón (aunque, al parecer, tiene una fantraducción básica). A pesar de estos intentos, parece que nadie hasta la fecha se había atrevido a realizar nada cercano a la ambición de querer aparentar ser un producto que diera la ilusión de ser aceptado como algo «auténtico» por la propia Tove Jansson, quien falleció el 2001 a los 86 años pero que su familia sigue manteniendo su legado con nuevos proyectos.

Y uno de esos nuevos proyectos bendecidos por la familia Jansson es, al fin, un videojuego. Un título que ya llevábamos al menos dos años escuchando de su desarrollo y que incluso se mostró en un Nintendo Direct pero que finalmente salió al mercado este 2024. Hablamos de Snufkin: La melodía del Valle Moomin.

Debo decir que cuando se anunció la creación de este juego mis esperanzas en él fueron bastante altas: para empezar, inteligentemente y en una vuelta de creatividad que de seguro muchos fans agradecerán, le dieron el papel protagónico no a Moomintroll sino a Snufkin, para muchos uno de los personajes más queridos de la serie. Apareciendo por primera vez en el segundo libro, Snufkin es el mejor amigo de Moomintroll y es un representante del espíritu libre y rebelde de Tove, viviendo un estilo de vida nómada escapando de la Villa Moomin cada vez que llega el invierno. Siempre aventurero y tocando su armónica, Snufkin goza de la admiración de los habitantes del valle y, aunque se muestra maduro y de pensamientos a ratos filosóficos en la serie, no duda en jugar con el resto de los Moomin y otras criaturas del bosque como si fuera otro niño. Su diseño humano es inconfundible en el arte de Tove, aunque con el paso de los años su pipa empezó a ser reemplazada por una paja. Las reglas de los tiempos en que vivimos.

Desde su primera aparición que Snufkin ha sido un fan favorite, un personaje que recibe el cariño de los niños y la identificación de los adolescentes y adultos en los libros y el animé. Su relación con Moomintroll es de un cariño incondicional y en muchas oportunidades ha entregado los momentos más emotivos de la serie, es por eso que la elección de Snufkin para este juego parecía que le estaba haciendo justicia a décadas de fascinación por el personaje.

Snufkin: La melodía del Valle Moomin fue creado para Steam y Nintendo Switch por la compañía noruega Hyper Games, un pequeño grupo indie que empezó el 2012 y que metió su cierto ruido con los juegos Mørkredd y Eggggg. Llega a ser un tanto chistoso que una compañía que hizo un juego de plataformas donde su característica representativa es el vómito sean los elegidos para realizar un juego de algo tan sutil como los Moomin, pero la verdad es que la elección no fue tan aleatoria como sugiere: los desarrolladores son de un país que vive y respira a los Moomin con efervescencia y que ellos mismos crecieron con ello, sumado además que algunos de ellos vivieron el boom de la serie de animé en los noventa y, especialmente, que sus hijos son seguidores de la franquicia. Lo que empezó como un proyecto humilde terminó agregando no solo la aprobación casi sagrada de los Jansson como un producto oficial de los Moomin que iba a tener un lanzamiento global (la primera vez para un videojuego de los Moomin, técnicamente) sino que gran revuelo generó la noticia que el juego iba a tener una banda sonora compuesta por nada más y nada menos que Sigur Rós, la extremadamente popular banda islandesa que siempre con unos amigos hemos tirado el chiste que es lo más grande que ha salido de ese país desde Björk.

Snufkin: La melodía del Valle de los Mumin se autodescribe como una «aventura musical» pero debo destacar que esa descripción podría ser para algunos engañosa. El concepto de lo «músical» no está diciendo que el juego esté repleto de canciones cantadas o segmentos de ritmo, de hecho antes que saliera el juego al mercado la descripción de «aventura musical» hizo creer a más de uno en algunos lados que esto iba a ser del estilo de algo como Rhapsody: A Musical Adventure o algo así. Lo real es que durante el juego controlamos a Snufkin quien está llegando a la Villa Moomin después de su clásico viaje en invierno para descubrir que su amigo Moomintroll fue raptado por unos policías. Estos agentes llegaron a la Villa Moomin para proteger la construcción de una represa «en nombre del progreso«, dejando carteles de advertencia por todos lados y generando el caos en la villa, además del susto del resto de los habitantes del bosque. Lo «musical» acá entra porque la única arma real de Snufkin no es una espada o una pistola, sino sus instrumentos musicales donde será esencial tocar ciertas melodías para poder seguir avanzando en un entorno estilo acción RPG de vista cenital, pero tomen esto último de una manera muy vaga y sutil.

Durante la aventura Snufkin, enfurecido por la situación, decide ir a enfrentarse a estos policías en una historia basada en el quinto libro Moominsummer Madness, conocido en las publicaciones españolas como Una loca noche de San Juan. A pesar que esta es la «misión principal» también durante el camino nos encontraremos con otros clásicos personajes de la serie que nos pedirán ayuda como los papás de Moomintroll, Sniff, Snorko o la pequeña My, este último siendo otro de los personajes más populares de la franquicia por su espíritu travieso e irritante.

La aventura completa se desarrolla en la Villa Moomin y, con respecto a esto, tenemos que destacar lo que es a mi juicio el elemento más bello del juego: Moomin Characters, la compañía que maneja los derechos intelectuales de la serie, es conocida por ser muy meticulosa con cómo se trata a sus personajes y no acepta a cualquiera que toque la obra. Precisamente, por esto mismo, que Snufkin: La melodía del Valle de los Mumin es por lejos el más detallado y radiante videojuego realizado con la serie hasta la fecha. El trabajo visual destaca por su mezcla de animación bidimensional con ciertos elementos poligonales que, honestamente, son bastante difíciles de reconocer por lo bien hecho. Hyper Games realizó un excelente trabajo en representar la obra pictórica de Tove Jansson siendo lo más cercano a su trazo original, inclusive siendo a ratos más fiel o tradicional en comparación a otras obras basadas en los Moomin que han salido en los últimos años. Si a todo esto le sumamos el trabajo musical de Sigur Rós en conjunto con la compositora Oda Tilset, ambos muy preocupados en representar la calidez ambiental de un lugar tan abstracto como la Villa Moomin, da como resultado una ambientación que nos trae a los bosques mágicos, las cuevas profundas, el relajante sonido del agua y la magia misma de las criaturas de la villa. En todo este apartado solo me queda aplaudir y, de paso, destacar que este es un juego que su mayor recomendación es jugarlo con audífonos. En lo que respecta a la interactividad, nunca jamás había existido una obra de estas características con los Moomin y muchos de sus fanáticos lo agradecerán.

Debido a que los Moomin siempre han tenido un mensaje alejado de la violencia es obvio que Snufkin no pelea, de hecho en el juego no existen los «jefes» ni los enfrentamientos épicos. Más bien lo «épico» del juego se desenvuelve en estas aventuras donde Snufkin deberá avanzar usando su armonica y otros instrumentos para relajar a los animales y criaturas mágicas que encuentre en su camino. Durante el transcurso de la aventura Snufkin encontrará ciertos puntos de «aura» que subirán su nivel de experiencia. Estos niveles de experiencia son llamados en el juego «inspiración» y sirven para poder relajar a otros animales que no puedes convencer en un principio que te dejen pasar y avanzar en la aventura. Además de esto, Snufkin tiene una barra de aguante para correr, la cual se va gastando hasta el punto en que Snufkin se cansa y tendrás que esperar un poco para seguir corriendo. Afortunadamente el juego tiene una «subadventura» para poder incrementar su nivel de aguante y que esto no ocurra tan seguido.

Además de este elemento musical, Snufkin tendrá unas misiones contra los policias para poder sacar los carteles de la Villa Moomin y destruir sus planes. Debido a que Snufkin no pelea cuerpo a cuerpo, es esta parte donde el juego pasa a tener misiones de sigilo donde tendrás que ocultarte en murallas y arbustos para que los policías no te vean. Estas son probablemente las partes de mayor acción del juego, donde siempre llevan a Snufkin a arruinarle los planes a estos policías. Esto es parte de la clásica personalidad rebelde y antiautoritaria de Snufkin, donde chistosamente leí por ahí que, al final del día, Snufkin: La melodía del Valle de los Mumin se trata de «Snufkin cometiendo crímenes y estar en contra de la ley«… y no puedo estar más de acuerdo con esa descripción.

Y a pesar de lo peligrosa y alocada que pueda parecer la aventura, al final del día Snufkin jamás pierde su relajo y durante el juego siempre tendremos la oportunidad de descansar. El querer destacar tan fuertemente el tema ambiental del juego va por el hecho que, además de lo visual y lo sonoro, también tenemos durante el juego momentos donde Snufkin podrá darse una siesta. Estas siestas generan campos de visión de primera persona donde uno puede contemplar la serenidad de los lugares que vamos visitando, elemento que es completamente estético y que no tiene ninguna influencia real en el desarrollo del juego pero que es un detalle muy agradable.

Como podrán imaginar, la aventura desarrollada en el Valle Moomin hace que Snufkin además se encuentre con la gran mayoría de las criaturas mágicas de la serie original, desde bosques lluviosos donde eres perseguido por la Buka hasta las montañas donde eres molestado por los niños perdidos (los Woodies, dependiendo del medio). También hay una escena en una cueva donde hay que buscar un tesoro y que aparecen los queridos Hatifnates, probablemente las criaturas más misteriosas y emblemáticas de la serie después de los propios Moomins (y parte de uno de mis episodios favoritos del animé).

Durante el resto de la aventura Snufkin conseguirá otros instrumentos y abrirá otros caminos para revelar todo el mapa del juego. Es acá, al final del camino de explorar todo el mapa, cuando nos empezamos a dar cuenta de los puntos del juego que para muchos serán más bien negativos. Snufkin: La melodía del Valle de los Mumin es un juego bello, melancólico y que transportará a los fanáticos de la la serie a sus momentos y personajes favoritos, pero lamentablemente también es un juego extremadamente corto y fácil. Cuando decimos «fácil» lo comentamos desde una perspectiva un tanto decepcionante porque los llamados «puzles» del juego son ridículamente simples, donde muchas de las peticiones que nos entregan son cosas que están al frente de uno o que no hay que pensar nada al respecto, con un mapa que ni siquiera llega a los tamaños de juegos de esta naturaleza en una consola de 16 bits. Acá es donde queda en claro que el juego está dirigido para un público infantil y no muy exigente, donde es probable que un menor de edad motivado le tome menos de cuatro horas en completarlo y no muchas horas más en «platinarlo«. Esto lo quiero dejar bien en claro porque, al final del día, este es un juego licenciado que obviamente tiene un precio de juego de licencia como tal, por lo que me parece más que justo hacer esta advertencia.

Con esto encima, ¿vale la pena Snufkin: La melodía del Valle de los Mumin? pues eso lo dejo dependiendo de lo que estés buscando: si eres un fanático de los Moomin, este producto por lo bajo te va a sacar una sonrisa y notarás que el ambiente tan surreal y enigmático de la serie está intacto, pero por otro lado el juego está lejísimo de ser ese proyecto triple A y ambicioso de los Moomin que muchos hemos soñado durante tantos años. Por otro lado, de seguro más de uno se hizo la pregunta si Snufkin: La melodía del Valle de los Mumin es o no un buen producto para -conocer- la franquicia de los Moomin. En mi humilde opinión, esto es un tanto debatible ya que si bien te presenta a la mayoría de los personajes más famosos y queridos de la Villa Moomin, el juego da a entender de cierta manera que el jugador ya debe tener un cierto conocimiento de los libros, la serie de animé o los productos actuales de los Moomin para realmente sentir esa conexión emocional necesaria. Quiero aprovechar en avisar también que, si bien el juego no presentó en mi partida ningún error o bug importante (al menos en Steam, que fue mi plataforma a elección) sí quiero destacar que jugué la aventura en español y al menos cuatro veces algunos diálogos me aparecieron en portugués. Probablemente esto sea tema para la gente que esté pensando en comprar este juego a sus hijos, así que ojalá la gente de Hyper Games corrija este problema en el futuro.

Snufkin: La melodía del Valle de los Mumin tal vez no fue lo que esperaba, pero sí es lo que quiero como un puntapié inicial para juegos realmente buenos de los Moomin en el futuro. El juego es un producto que respeta enormemente la obra de Tove Jansson y al parecer por ahora el recibimiento del juego ha sido positivo en casi todos lados, así que esto más que satisfacerme lo que realmente hace es darme ilusiones a lo que vendrá en los próximos años. Ojalá que esto de una posibilidad de volver a la Villa Moomin con algo aún mejor, pero por ahora agradezco que los sueños de Moomintroll estén plasmados de tan buena manera en un proyecto recomendable, más anecdótico para los más exigentes.

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