Son las seis de la mañana y estaba camino a escribir un resumen del TGS después de dos días disfrutando las fiestas patrias cuando la gente de Nikkei rompió la rutina con una de las noticias más importantes del año: El día de hoy a la edad de 85 años murió Hiroshi Yamauchi, el hombre que transformó a Nintendo de ser una compañía de cartas hanafuda a la poderosa compañía de videojuegos que conocemos hoy.
Probablemente todos los que hemos estado informados del mundo de los videojuegos desde pequeños y que nos ha apasionado el tema sabemos de su legado y trabajo, publicitado por la propia revista Club Nintendo y otras revistas desde sus inicios. Yamauchi, quien tomó las riendas de Nintendo después de la muerte de su abuelo en 1949, pasó por variadas etapas dentro de la empresa incluyendo incluso hasta un servicio de moteles y taxis, para un día darse cuenta en un viaje a Estados Unidos que el negocio de los juegos de cartas no iba por tan buen camino y que había que buscar otra salida para la empresa, intentando entrar al mercado del en ese entonces nuevo entretenimiento electrónico.
Yamauchi es el hombre que contrató a Gunpei Yokoi y Shigeru Miyamoto, fue el hombre que dio el «vamos» a la creación del Famicom y que éste no tuviera teclados ni otros dispositivos porque quería que fuera una máquina para todos sin asustar a la gente por lo complicado de su uso y fue el hombre que patentó la filosofía de la compañía, creando esa sensación «secretiva» y para algunos mística que ha tenido Nintendo durante tantos años.
El legado de Yamauchi como empresario dentro de la industria de los videojuegos es gigantesco, para muchos es la persona que prácticamente creó la industria actual, mientras para otros también es recordado por su temperamento y frases alocadas en la era del Nintendo 64, pero sea cual sea la posición que tenga uno es evidente que estamos en presencia de la despedida de uno de los actores más cruciales que ha pasado por la industria de los videojuegos.
Que en paz descanse una de las personas que, lo quieran o no, cambió la vida de mucho de nosotros indirectamente.